
¿Cómo conservar el vino en casa?
¡Hola corazones! Por fin vamos a hablar de algo útil y serio en esto del mundo del vino: cómo conservo el
En cuanto al tiempo que el vino pasa en la bodega en diferentes contenedores antes de ponerse a la venta, podemos distinguir 2 tipos: jóvenes y con crianza.
Vinos jóvenes: son aquellos que se embotellan casi inmediatamente después de que finalice la fermentación alcohólica o la fermentación maloláctica (si es que el elaborador quiere que se produzca).
Vinos con crianza: son vinos que permanecen en barricas de madera, tinajas de barro, depósitos de hormigón o cualquier otro tipo de contenedor durante un tiempo antes de embotellarse.
Como por ejemplo: robles, crianzas, reservas y grandes reservas.
El vino joven se encuentra en el grupo de vinos que no han pasado por un proceso de envejecimiento antes del embotellado.
Podríamos definir un tiempo de consumo de un máximo de 3 a 5 años desde este.
Aunque siempre existirán excepciones.
Seguramente, siempre has escuchado que los vinos blancos (sin crianza) hay que consumirlos en el año.
Sin embargo, te puedo asegurar que dependiendo de la calidad de la uva y el proceso de elaboración podemos encontrarnos vinos blancos que evolucionan muy favorablemente en la botella durante los 2 ó 3 primeros años.
Son vinos que prácticamente, entre 2 y 4 meses después de la vendimia, se encuentran disponibles para su consumo y pueden ser pueden ser blancos, rosados o tintos.
Cuando nos referimos a un vino joven, hablamos de aquellos que han sido embotellados poco después de haberse producido la fermentación alcohólica y maloláctica, durante su proceso de elaboración.
En estos vinos, al no existir el contacto con recipientes de la crianza ni haber sufrido microoxigenación, lo normal es que en ellos predomine la variedad con la que han sido elaborados.
Y, por consiguiente, los aromas primarios: fruta, flores, minerales y vegetales.
Aún así, sus características no sólo están relacionadas con su manera de elaboración, también influye el proceso de selección de la uva.
Por último, en cuanto al color, los vinos jóvenes nos muestran tonalidades violáceas e intensidad en su color.
Los vinos con crianza pueden ser blancos, rosados o tintos.
Son los elaboradores los que deciden que sus vinos pasen por el proceso de maduración en barricas de madera, o depósitos de otros materiales.
Gracias a ello, aumenta su capacidad de guarda (consumirlos con mayor longevidad) y para mejorar las cualidades organolépticas de los mismos.
La lógica nos dice que meter un vino durante un tiempo en una barrica de madera, mejorará el resultado de cara al consumidor.
Incluso se llegarán a conseguir matices y características diferentes a las de ese mismo vino pero sin crianza.
Algo que tenemos que tener muy en cuenta es que los vinos que han pasado mucho tiempo en barrica necesitarán también un largo tiempo en botella.
Así, sus cualidades organolépticas alcanzarán su momento óptimo.
Por eso, muchas veces, abrir una botella antes de tiempo nos va a impedir apreciar todo el potencial de ese vino (ojalá en las etiquetas nos dijeran cuál es el momento óptimo de consumo, ¿a que estaría bien?)
Cada denominación de origen establece los tiempos mínimos que tienen que permanecer los vinos tanto en barrica como en botella antes de ponerse a la venta.
Esto también varía entre blancos y tintos.
Según estos tiempos, el elaborador podrá incluir en la etiqueta las palabras “roble”, “crianza”, “reserva” o “gran reserva”.
De hecho, hasta hace poco tiempo, se tomaba como un signo de la calidad de un vino que en la etiqueta aparecieran las palabras “crianza”, “reserva” o “gran reserva”.
Sin embargo, en la actualidad, cada vez son más los elaboradores que no se ciñen a estas “normas” de etiquetado, y que tan sólo indican los meses que el vino ha permanecido en barrica u otro depósito.
Por último, podríamos decir que estos vinos tienen de cinco a diez años de vida antes de comenzar a perder sus cualidades óptimas.
Dependiendo de cada D.O (denominación de origen), un vino de reserva debe contar con un envejecimiento en barricas de mínimo un año y por lo menos tres años total.
Estos vinos van adquiriendo tonos más pálidos, y organolépticamente, los aromas primarios dejan paso a los aromas aportados por la barrica, terciarios.
Como son lo ahumados o los especiados.
En cuanto al precio, un vino reserva obviamente suele ser bastante más caro debido al tiempo de permanencia en bodega hasta su venta y de la calidad de las barricas empleadas.
Por último, el consejo del día: que en la etiqueta de un vino ponga “reserva”, no implica para nada que el vino sea de calidad.
Y muchísimo menos en las botellas que podemos encontrar en los supermercados, donde puedes encontrar “reservas” por menos de 6€…
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